Los placeres del samurai by Akahige Namban

Los placeres del samurai by Akahige Namban

autor:Akahige Namban [Namban, Akahige]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 1989-01-01T05:00:00+00:00


11

JIRO pasó todo el resto del día encerrado en una habitación. Deseaba salir y dar un paseo por el jardín que había al otro lado de la puerta corredera pero Oshin, que permaneció junto a él en todo momento, le dijo que no lo hiciera. Estaba todavía en los aposentos de la parte femenina de la mansión, y pensó que, por lo visto, al señor de la casa no le importaba tener un macho extraño entre tanta hembra.

Su estado de ánimo se fue nublando a medida que pasaba el día. Las dos jovencitas sirvientes le seguían trayendo la comida a las horas pertinentes mientras que Oshin estaba muy triste y apenas hablaba. Intentó dedicarse a meditar y a hacer algo de ejercicio, pero ninguna de esas actividades consiguió distraer de su pensamiento la penosa situación en que parecía hallarse Oshin, que estaba sentada, muy erguida y silenciosa, junto a la puerta de salida.

Al caer la noche, dispusieron el jergón sobre el suelo y Jiro consiguió eliminar sus preocupaciones. Las dos jovencitas abandonaron la estancia después del ritual que llevaban a cabo vistiendo a Jiro. Oshin seguía sentada junto a la puerta y Jiro pudo ver como se le reflejaba en los ojos su propia imagen. Se sentó en la cama, con su túnica de algodón, y la contempló detenidamente. Un solo candil iluminaba la escena.

Respiró hondo y fue expulsando el aire lentamente. Luego se puso en pie de un salto y al acercarse a Oshin recordó a la criada en el establo de su padre. Aquello no volvería a ocurrir, pensó con cierta malicia.

Durante un momento se quedó allí de pie, sin que ella diera muestra alguna de percibir su presencia. Se agachó a su lado y le pasó un brazo alrededor de las caderas. Deslizó las manos bajo los pliegues de su ropa y se levantó. Ella se incorporó, dejándose llevar, sin oponer la menor resistencia. Hizo que lo siguiera hasta la cama y la inclinó sobre ésta, poniéndola de rodillas. Le pareció apreciar un brillo de aprobación en su mirada. Le quitó el kimono con rapidez, con una mano dispuesta a pellizcarle en caso de que objetara. Por último, la empujó suavemente sobre el blando jergón y la penetró sin ninguna preparación previa.

Era tan suave y estaba tan húmeda como antes y él se movió con brío dentro de ella, cubriéndola con su fornido cuerpo, al tiempo que Oshin sentía los ásperos pelos del pecho de Jiro rozándole los pezones. Para su gusto, el orgasmo que tuvo Jiro fue demasiado repentino, ya que estaba sobreexcitado y no pudo evitar por más tiempo evacuar aquel torrente de dulce néctar. Jiro agitó las nalgas en el momento de correrse, uniendo su pubis al de Oshin y excitándola aún más.

La joven se preguntaba con anhelo qué es lo que le haría después. Jiro quedó postrado sobre sus pechos, respirando agitadamente, pero sin retirarse todavía de ella, puesto que tenía la verga tan dura y tiesa como antes. Poco después, reanudó los movimientos y esta vez Oshin también se movió.



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